domingo, 8 de abril de 2018

Adolescencia

Hace unos años atrás hubiera considerado imposible salir a la calle, o a la piscina o de vacaciones sin depilarme las piernas y las axilas -como mínimo-. Hubiera considerado una aberración, también, salir sin sostén (con relleno, para que no se marquen los pezones, obvio). Hubiera considerado completamente inapropiado colocarme un short o una minifalda que permitiera que se me viera todo el muslo, con la celulitis incluída. Y durante un buen tiempo no me permití usar trajes de baño que dejaran a la vista mis estrías de las piernas.

Ahora entendí que los pelos, la celulitis y las estrías son parte de mí. No puedo avergonzarme de ser yo. Y de tener este cuerpo. Ahora también soy más consciente de cuidarlo y mantenerlo vivo y saludable. 
Hace apenas una semana atrás tomé la decisión de manera real de alimentarme sin carnes rojas, de hacerle caso al médico, de no permitir que mi cuerpo se deteriore solo porque soy irresponsable o terca. O porque quiero "solo disfrutar". Tan hedonista que es una a veces.

Me preocupa lo que veo a diario en el Colegio. Me preocupa la falta de amor propio de las niñas. Las que tienen desórdenes alimentarios, las que no soportan ver su cuerpo, ni ver comida. Las que atentan contra su salud a causa de una enfermedad originada por el estereotipo, por el modelo visual. La sociedad completa está enferma por insistir en que un solo tipo de cuerpo es el que todos aceptan como bello. Hay cuerpos que, por su estructura ósea, por su herencia genética, o por su desarrollo hormonal, jamás serán cuerpos que se adecuen a ese modelo. No cabrán, por más que lo intenten... ¿qué van a hacer entonces?, ¿cuando pesen 30 kilos y sigan viéndose "anchas"? La anchura es bella, la negrura es bella, la blancura es bella, la angostura es bella, la persona es bella. Siendo bellas personas, no deberíamos preocuparnos por la talla de sostén o de pantalón. Ni del color de la piel ni del pelo, ni de la máscara de pestañas ni el labial, ni el delineador ni la base, ni el brasalete adecuado, ni el sostén que combine, ni del vientre abultado ni del trasero con celulitis. Estar tan pendientes de esto nos deja poco espacio a lo otro. A la preocupación por lo fundamental. Por el amor, por el entorno, por los amigos, por la familia, por los momentos... 
Ámense. Olvídense de que su cuerpo no encaja. Porque quizá nunca encaje para sus tan altos estándares de exigencia. O quizá sí encaje. O quizá ya encaja. Amen sus pelos, su piel, sus caderas, su estatura... ámense. En serio. Ámense.

No hay comentarios:

Publicar un comentario