Desde que me pasó, a los cuatro o cinco años, hasta que lo recordé pasaron más de diez años. Recién a los 19 volvieron a mi memoria cada uno de los hechos violentos en los que me vi sometida a tan corta edad, y con lo terribles y vívidos que fueron estos, tuve una enorme crisis emocional que me llevó a dos años de sicólogo. Por suerte en la Universidad era gratis.
Durante muchos años, desde ese entonces, nunca usé el concepto violación para designar lo que me pasó, sino que siempre usé: "abuso sexual". Pero ahora, ahora que tenemos este terrible caso de España, en que un grupo de hombres desalmados incurrieron en VIOLACIÓN, en todas las maneras en que se puede violar a una mujer, y que los jueces consideran que no es violación, en otras palabras, que no merecen 20 años de cárcel sino solo 9 (la pena de cárcel que merecen los que abusan), ahora es cuando me doy cuenta de que me violaron. Que lo que yo llamaba abuso, quizá para bajarle el perfil, o quizá porque el patriarcado me volvió demasiado idiota, no fueron abusos, fueron continuas violaciones, y que fueron aún peor porque yo aún ni siquiera tenía edad para entrar al sistema escolar. Es decir que fueron violaciones a una niña. A apenas una niña.
Quiero que cada persona que aparezca en este blog, por casualidad o voluntad, se entere de que no podemos seguir presenciando situaciones como estas, sin que nos afecte, o sin que nos importe, o pensando solo que gracias a Dios no nos pasó a nosotres. Cada persona que pase por aquí sepa, que no podemos seguir así como sociedad, no podemos seguir jugando al "me importa un bledo" con acciones tan nefastas de la "justicia".
Que arda todo. Que arda ya.
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