Durante todo ese domingo 20 de agosto (cumpleaños de mi hermana) me sentí mal. Especialmente del cuello. Tenía el cuello inflamado. Yo, que soy hipocondríaca a veces, supuse que tenía paperas, pero no, solo era amigdalitis.
Les comenté a varias personas que me dolía el cuello y me decían que quizá "me había dado aire", que significa que dormí chueca, y con los cambios de temperatura, los músculos se contracturaron... yo acepté también esa teoría.
Ya llegada la tardecita, comencé a sentir un dolor fuerte en las caderas, y las piernas. No me preocupé demasiado, pero decidí ir a descansar (mi idea de "descansar" se ha convertido en: revisar pruebas semi recostada en la cama) a la casa. Llegando, comencé a sentirme peor, mucho mucho frío, jaqueca, las piernas me dolían el doble, las caderas peor y la garganta. Me empezó a doler tragar saliva.
Me acosté tapada -y con ropa- en la cama, la jaqueca no me dejaba leer nada (tenía un cerro de pruebas, ensayos y cosas que hacer para el trabajo); estaba inválida.
Eran apenas las 19:00 hs. Al cabo de una hora, el dolor y el frío aumentaron, sentía y pensaba: me voy a morir. El Tata quiere irse conmigo. No le gustó el otro lado.
A eso de las 11 de la noche, yo ya sin ninguna esperanza de "avanzar en la pega", ahora sin frío pero con mucho dolor le digo a Esteban: Moniti, te lo ruego, por favor, ¿puedes ir a una farmacia y traerme KETOPROFENO y alguna cosa para la gripe? Esto me huele a la gripe, pero me duelen mucho las piernas y no puedo dormir (él había dormido desde que llegamos hasta esa hora). Él, reticente, pero amable, me dice: ¿y adónde quieres que vaya a esta hora?, y le dije: la farmacia de la posta central está abierta. Pa allá partió en su bicicleta. Me trajo lo que le pedí. No fue posible sentirme mejor. Dormí algunas horas, cuando el cansancio era más fuerte que el dolor. O quizá fue el efecto del analgésico (me tomé 4 de una).
Al día siguiente, yo pensando que esto era una simple gripe, me despierto a la hora de siempre y le mando un mensaje a mi jefa: me siento muy mal, iré al médico para que me diagnostiquen y den algún medicamento, y voy al colegio, con la medicina haciendo efecto. Llegaré tarde, pero llegaré." Llevaba media hora despierta, y comienzo a sentir que mis piernas ardían, y que iban a explosionar. En cualquier momento dejaban de ser piernas y se convertían en una salchicha reventada. Por suerte no sucedió. Me metí a la ducha, lloré un poco mientras me jabonaba, no me lavé el pelo, y me vestí. Desperté a Esteban, le rogué que me acompañara. Aceptó, pero no me ayudó a caminar (esa era mi idea). Pero me compró un pan (que no pude comer) y un jugo de naranja (que fue lo único que pude tragar ese día).
Llegando al centro médico, tuve que esperar 40 minutos, y eso que llegué a la hora propicia.
Esos minutos se hicieron eternos. Era como si pasaran horas. Sentía demasiado dolor en mis piernas, caderas, glúteos, garganta, cabeza... sentí ganas de que los dioses me llevaran al Olimpo. No sucedió.
Esteban miraba su Facebook en su celular, mientras yo -un puesto más atrás- lloraba silenciosa y desconsoladamente. Era como si hubiera ido sola. No tenía en quién apoyarme (ni física ni emocionalmente). Y pensaba: definitivamente uno tiene muchas lágrimas, porque con todo lo que lloré la semana pasada, no pensé que me quedaran tantas lágrimas para llorar ahora de dolor corporal.
Cuando la médica por fin me atiende me da a entender de que no me preocupe, que es amigdalitis purulenta me dijo (una bacteria viviendo en mi organismo), que de seguro la bacteria estaba colonizando mis músculos, que por eso me dolía todo.
Me recetó antibióticos, me dijo: son buenos, pero no son mágicos. Tardan 3 días en hacer efecto, así que recién vas a sentir alivio el miércoles en la noche. Y me dio licencia por esos 3 días.
Yo quedé pasmada. Aún tomando antibióticos de 1000 mg, no sentía ninguna clase de alivio. Lloraba varias horas al día y dormía solo las primeras dos horas en que me hacía efecto el analgésico. Las piernas dolían en exceso. Carnaval de calambres y "sensación de fiebre". Levantarse al baño era un suplicio, porque -aunque dolían exageradamente estando acostada- levantarse y caminar unos pasos era para matarse. Intenté servirme una ensalada, no pude exprimir el limón, porque me dolían los músculos de los brazos y los hombros. Fue patético. De verdad me sentía inválida. Y la peor parte es que no te deja pensar. No pude leer, no pude trabajar. Fue espantoso realmente. Tuve que pedirle ese lunes ayuda a la Matikó para que me fuera a dar once. Ella, muy amable, me sirvió mucha comida, yo apenas comí un cuarto. Tenía que masticar pequeños trocitos y casi disolverlos antes de que pasaran por mi inflamada garganta. Mi amiga me hizo un masaje en las piernas que me hizo efecto recién al otro día. La sensación directa fue más dolor e incomodidad.
No sé por qué razón el karma es tan violento conmigo si yo me esmero en ser buena persona. Es verdad que a veces molesto un poco a mis estudiantes, pero en el fondo es con amor, y para que formen su carácter. De pronto salen más graciosas que yo incluso, aunque lo dudo. jaja En fin, es un exceso.
Lo bueno es que el miércoles efectivamente me sentía mejor en la noche, ese día podía levantarme sin sentir dolor muscular exagerado, sino más bien leve. Pero tuve jaqueca gran parte del día así que por más que lo intenté, no pude leer lo suficiente.
Pero el castigo peor no fue ese. El castigo peor fue que a la semana siguiente, cuando mi guata estaba mal como "resaca" de las pastillas, me imagino, y sobre todo el estrés me mantuvo con jaqueca TODOS los días, me enfrento a un curso que no solo no quería dar una prueba programada desde julio sino que además consideraba que yo era una maldita irresponsable por no haberles entregado sus notas. Eso sí me hizo sentir mal. Eso sí que no es justo. Eso sí que es triste.
Eso sí.
Siempre vuelvo a su blog. Tengo que admitir que tengo unas entradas favoritas de este lugar, unas re antiguas como por ejemplo “Detalles”. Tanto tiempo sin verla, tantos recuerdos que se me vienen a la cabeza al pensar en ud, recuerdos bonitos, de buenos tiempos. No llore tanto, existe una personita que a lo lejos le dedica toda la buena vibra. =)
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