No pretendo hablar de sus ojos, pero tampoco digo que no lo vaya a hacer. Acaso pudiere hacerle caso a ese que siempre me advierte pero que jamás tengo ganas de escuchar. Nada más le oigo para que no sienta la discriminación total.
Y es que son tus ojos. Tus ojos lisos, suaves, mojados, medio perdidos, oscuros pero transparentes. Son tus ojos los culpables de esos silencios necesarios, de miradas que atrapan el deseo y lo convierten en amor, y viceversa, como si no se pudiera vivir ambos.
Son esos ojos, benditos ojos que obligan a ser la mejor persona que podemos, a dar los más sinceros besos, y abrazos, a mirarte incluso cuando se cierran para no dejar en evidencia el agotamiento o el amor por la vida que tanto te caracteriza. Esa esperanza inagotable que tanto ocultas.
Son tus ojos. Son mis ojos. Somos nosotros los únicos culpables.
Está entero de bonito el texto. Tenís un don.
ResponderEliminarNo quiero sonar cursi ni nada, y quizás te paresca mal, es cuando recién abres los ojos. Dirás que te ves mal, y no dejaras besar. Es un trozo de tu sueño, quizá de los mejores cuando alcanzaba a ver ese destello de sueño, una luz intensa y única. Después te das cuenta que es un sueño, y ahi queda. Vuelves a la vida
ResponderEliminarCreo que alguna vez quisiste darme a conocer esto con palabras… creo que de alguna manera me lo hiciste saber… creo que una vez, hace poco, a oscuras, mientras me vestía rápidamente a las 11:30 de la noche, me miraste y me dijiste: parece que igual te quiero un poco… y creo que son esos los ojos a los que me refería
ResponderEliminar