El duelo es una cosa terrible. Nuestro cerebro deja de secretar dopamina y se siente en abstinencia de felicidad.
Da rabia, da pena, produce instantes de negación, de depresión, y termina con "aceptación". Nada recomendable.
Pero el duelo también es necesario, muy necesario para poder sentir lo importante que son las personas y el amor para nosotros. Para ser conscientes de lo que queremos y necesitamos para estar bien. Y para reconocernos, rearmarnos y amarnos de nuevo. A nosotros. Tal como somos. El nuevo nosotros. El nosotros que viene después de tanto aprendizaje.
El duelo duele, pero es justo y necesario.
El duelo duele, pero es justo y necesario.
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