martes, 3 de febrero de 2015

El ansiado cuerpo perfecto

¿Se han dado cuenta de la cantidad de productos que ofrece el mercado para que la gente, al consumirlos supuestamente, alcance a tener el ansiado cuerpo perfecto? ¿Es verdaderamente lo que ellos desean?, ¿o solo se trata de la vieja y conocida treta de que la publicidad nos depositó una imagen que asociamos a algo bello y creemos que eso es perfecto?

Pensemos en un cuerpo perfecto; primero que todo debería ser esbelto, no no, más que esbelto, debería ser flaco. No, flaco no, marcado y hasta un poco musculoso. A menos que sea de mujer, si es mujer solo tiene que ser extremadamente flaco, al borde de la desnutrición. Entiéndase que no debe notarse ningún tipo de consumo de grasa. Si es hombre, debe verse fibroso. Que los hombros sean más anchos que el trasero; el triángulo invertido. Pero marcado. Musculoso ojalá. 
Luego que ya tenemos la estructura, podemos hablar de tamaño. Hay que ser altos. Un metro ochenta el hombre (no demasiado alto). Un metro setenta y cinco la mujer. Que deje un espacio para que el hombre no se vea ridículo cuando ella use tacones. Incluso un metro setenta sería suficiente (para no quedar mal ni siquiera en aquellas fiestas donde se requieran tacos de diez centímetros).
Ahora el color. Lo que se considera bello a nivel universal son los colores claros. Ella que ojalá sea rubia, si no, castaña, pero blanca. Pelo claro es más bello. Ligeramente bronceada. No en exceso. Ojos azules calza perfecto para formar un cúmulo de rasgos exóticos, que no se sabe cómo se conjugan para formar tan bello ejemplo de ser humano femenino. Él debe tener el pelo más oscuro, ser más moreno, pero de sol… bronceado natural, pero no de nacimiento, y ojalá tenga ojos verdes. Que combinen con la imagen sexualmente aceptada por todos. 

Y bueno… ¿dónde encontramos esta gente? Fácil; en la publicidad y los Medios de Comunicación Masiva. No, no, pero dónde la encontramos en la vida real. Ah, no, ahí estamos complicados, porque naturalmente esas personas han llegado a ser parte de nuestra mente gracias al manejo mediático de la estética. Si realmente nos dejáramos llevar por nuestras propias hormonas -como obviamente lo hacemos- y no nos preocupáramos de parecer lo que no somos ni de encontrar lo que no existe, pensaríamos que las personas bellas son de miles de maneras diferentes, y que no tienen que ver con un estereotipo como los que acabamos de nombrar. 

¿Por qué adoramos entonces la figura de Marylin Monroe o de Elvis? Bueno. Elvis tiñó su pelo de negro para ser más bello. Y se bronceaba a menudo, para ser sexy. Marylin tiñó su pelo de rubio para lo mismo. Y pintaba sus labios rojos y sus ojos los delineaba con un grueso lápiz negro para ser más bella. Era delgada, pero no al extremo. No por ser rebelde al estereotipo, sino porque en ese tiempo, ser tan delgada como ahora se estila, no era signo de belleza. Los tiempos han cambiado, pregúntele a Botero.
Y sí, efectivamente esos personajes eran bellos, pero, ¿eran reales? Claro que no. Y su fama también se debe a los medios de comunicación. Ellos nos hicieron creer que eran hermosos, y talentosos, y mejores que todos nosotros y que nuestros artistas. Y en nuestras ferias y persas, del tan lejano Chile, hay más reproducciones de cuadros y fotos de estos personajes que de nadie, porque es algo chic tener una réplica en casa. De lo más top.

Y bueno, toda esta reflexión me surgió porque me llegó a mi correo un producto en oferta que consistía en un parche, como las "curitas", o "parche de león", que se pegaba al ombligo, uno cada día por un mes, y la persona adelgazaba, perdía la ansiedad por comer, y no sé qué más. Y tal como ese mágico producto hay millones en el mercado; pastillas, jarabes, cremas, aceites, suplementos alimenticios, frutas exóticas y quién sabe cuánta cosa más. Los promocionan personas que en su vida fueron gordas. Y las personas normales comienzan a sentirse desdichadas con su cuerpo y bueno, quieren "mejorarlo" a como dé lugar. Y así se mueren niñas cada año de anorexia. Se internan otras cuántas sin que nadie haga ni piense ni se cuestione absolutamente nada.  
¿Y si comemos lo que queremos, en cantidades apropiadas para nuestro cuerpo? ¡y bebemos agua de la llave! Y salimos a caminar, o a andar en bici… y ya… nada de cosas raras. Nada de odiar nuestro cuerpo. Porque si tu genotipo no da para verte como Paris Hilton, ¿por qué no lo superas y sigues siendo feliz con tus caderas anchas? ¿Con un trasero grande? O aquellos hombres que solo pueden ser flacos, pero no pueden tener el torso como Alexis Sánchez… ¿por qué no se quieren un poco y empiezan a ser menos autoexigentes con cosas que a nadie le importan?
Si viviéramos conformes con nuestro cuerpo, seríamos incorruptibles, y la industria no desperdiciaría tiempo en inventar productos que nos provocaran acercarnos un poco al límite de la ausencia de autoestima. Y nos caeríamos bien a nosotros mismos y a los demás. Y así seríamos un poco más felices.  Situación que claramente no les conviene a ninguno de los que llevan el mando en todo esto. Ni a los modelos, ni a los magnates, ni a los medios ni a nadie más que a nosotros. 
Así que mujeres, más vale que sigan consumiendo una enorme cantidad de alimentos químicos bajos en calorías, envasados en lindos plásticos verdes o morados o celestes (colores que casualmente dan la sensación de "natural", "bueno","sano", etc.) y hombres, por favor sigan destruyendo sus articulaciones y músculos, deformando sus cuerpos, para verse como atletas fortachones, miren que si no, NADIE LOS VA A QUERER NUNCA.

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