sábado, 23 de julio de 2011

Óyeme

No soy yo
la que cae
rendida en tus brazos.
Eres tú
el que perfecto cabes
en los míos.
Alicia Salinas

XXX

Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
y digo aun: ¿por qué callé aquel día?
y ella dirá: ¿por qué no lloré yo?
Gustavo Adolfo Bécquer

Efectos de amor

Sucumbir, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso,

no hallar fuera del bien, centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido y receloso.

Huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño,

creer que el cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma en un engaño;
esto es amor: quien lo probó lo sabe.

Félix Lope de Vega Carpio



martes, 19 de julio de 2011

Cita textual

"Y desecharán y aborrecerán las maneras y malas maestrías del loco amor, que hace perder las almas y caer en la ira de Dios, acortando la vida y dando mala fama y deshonra y muchos daños a los cuerpos"
El libro de buen amor, Arcipreste de Hita

domingo, 17 de julio de 2011

¿Por qué escribir?

Escribir. Escribir sin parar, escribir porque sí, escribir para escribir. Escribir por el frío. Escribir con tos. Escribir con Silvio en los oídos. Escribir sin corazón. Escribir por no morir. Simplemente escribir. Escribirle a los fantasmas sordos que no saben leer.
Escribir y recordar. Escribir para olvidar, sin olvidar que es imposible. Escribir, recordar. Escribir.
Estar sentada, con frío, con los pulmones expuestos al frío de la noche de la casa de julio de 2011. Escuchar a Silvio, llorarlo, y mientras, escribir.
Escribir por la práctica. Escribir por amor. Escribir por miedo. Escribir porque no puedo leer ya. Escribir porque padezco de un dolor inconsolable, que escribiendo solo se agota... lentamente... el sueño. La tos seca, el frío húmedo. La espalda fría.
Extraño la lluvia. Escapar con ganas de quedarme bajo sus suaves efectos mojados y felices.
Recordar. Llorar. Sufrir. Culpar(me). Culpar(lo). Detenerme.
Escribir. Escribir con el pecho tieso. Con la espalda seria. Con los ojos secos. Con los pies curvados y fríos.
La tos invade. El calor se esfuma. Frío. Escribir.
Ir de pesca, pero no pescar. Ese es el mejor panorama. Adentrarse en un lago en una tarde morada. Tibia. Sola. No.
La playa, el norte, Machu Pichu, Chiloé.
Mario Benedetti, gracias. Gracias por escribir. Por inspirar.
Gracias a Silvio.
Gracias a ti.

miércoles, 6 de julio de 2011

Dulce adiós

Gracias a una llamada repentina y extrañísima me enteré de una pésima noticia frente a la que no pude sino llorar.

Ella no es mi amiga ya, y hoy solo pude corroborarlo. Con mi cambio de celular las personas que pudieron avisarme no lo lograron. Pero finalmente lo supe y me consternó. Mi guata dijo: "corre a verla, da lo mismo cómo te reciba, tú no eres la importante". Y asi fue, intenté que diera lo mismo su recibimiento, y fui, abracé a su abuelita. "Se me fue mi niña". "Ha de estar mejor". "Sí".

Muchas lágrimas soltadas en un segundo, abrazos, tomadas de mano. Mal.

Lo lamento, lamento no haberla visto en este último tiempo. Lamento no haberle dicho a Náyadee, "cállate, pesá", como antes. Lamento no haber seguido disfrutándola. No quise verla el último tiempo, no quise incomodarla. Quise recordarla con su vitalidad desbordante, y su juventud impropia que la hacía parecer más hermana que madre de Náyadee.

La quise, y la quiero. Y en verdad lamento su despedida silenciosa. Y desde lejos.

No creo en el cielo, pero siempre la muerte será un descanso del cuerpo, que en su caso más que en el de ninguno, le estaba trayendo enormes problemas.

Un saludo a la distancia, a ella, a su hija y a su madre, que las dejó con los brazos cruzados, pero al menos no están solas. Y creo que nunca se librarán de mi cariño.

sábado, 2 de julio de 2011

Rosa con rosa

Miro la flor, la huelo, la toco. Pareciera resistirse a la muerte. A esa muerte que yo pretendí acelerar alejándola del agua, la luz, y el aire. La encerré antes de irme, no la he liberado, y sigue allí, tersa, suave, con ese olor...roja furiosa.
El último objeto que recibí de él fue esa rosa. Cuando la compré me di cuenta de que era desubicado. Envuelta en papel celofán transparente, con una rosa atípica de regalo. Porque era un regalo, un regalo que aún no entiendo, pues debió ser significativo ¿Significar qué? Compró la rosa, quizá la escogió, quizá no, la llevó escondida... yo no la vi hasta que me la entregó en las manos, en realidad desde que salí de mi casa hasta que me pasó la flor, yo no vi. Nada. Me la dio diciendo "te traje esto". No supe qué decir, pues recién despertaba. Silencio. Miradas que no se cruzaron. ¿Por qué? No sé, cuando la compré me di cuenta que era desubicado. Gracias, está bonita. Silencio.
Ahora pienso en las flores silvestres, con pésimo olor y hermosos colores que se dio el trabajo de cortar y dejar en la reja de mi casa... esconderse... llamar para decir que dejó por error un ramo de flores en la reja de mi casa. Eran unas flores francamente feas, con pésimo olor y hermosos colores. Casi muero de la emoción. Salí. Era obvio que estaba merodeando por ahí. Lo llamé, lo busqué con la mirada. Corté el juego y entré a mi casa. Fue y dijo. Que eres fome, estaba ahí mismo, ni te esforzaste por encontrarme. Es cierto. En realidad mi ánimo no era para juegos. Y no, no jugué. Era entretenida, innovadora, bonita. Pero quedó ahí. Porque no estaba de ánimos. Y así cuántas cosas han quedado en el olvido porque no andábamos de ánimos. Situaciones, cartas, regalos, momentos, proyectos, vacaciones soñadas... ¿cuánto más hay que esperar para estar seguro? ¿Cuánto más hay que vivir para olvidar y salirse? ¿Hasta cuándo? ¿Será normal el miedo?