Ella tarda más que todos los demás cada noche en ir a la cama. Mas no en dormirse.
Ella no puede controlar su ansiedad, ella no puede lidiar con los problemas, no puede arreglarlos ni vivir con ellos.
Ella come a escondidas.
Su hermana trata de que sea mejor. Trata de que sea bella. Trata de que sea sana.
Ella come a escondidas.
Ella esta noche ha entrado a la pieza que comparte con las otras dos. Ella esta vez calcula mal los pasos porque le han sido encargadas otras labores. Ella descuida la principal, y de la bata roja se le cae el pan, las dos mitades de marraquetas unidas y partidas a la vez.
Se le cae el pan, ella no se da cuenta, yo sí. Ella deja sobre la banca lo que le ha pedido la otra. Esta le da las gracias. Al volver para tomar el vaso de agua para la otra, chocan abruptamente sus pies con la marraqueta cortada. Ella se avergüeza, me mira con temor, cree que me di cuenta. Hago como si no, pongo mi mejor cara de nada. Ella me cree. Empuja con su pie derecho el pan mientras me mira fijamente con esa cara que la hubiera delatado incluso si no hubiese sido testigo de la evidencia. Ella toma el vaso y lo deja donde le pidió la otra. Recoge el pan y lo deja donde presumo deja la comida todas las noches.
A veces la descubro. A veces la reto. A veces trato de no herirla. A veces hago como que no me importa.
Ella come a escondidas.
Luego ve televisión, y comenta cuando vacia la boca. En los otros momentos toma la precaución de no hablar con la boca llena. Puede ser descubierta.
Ella come a escondidas.
A mí se me aprieta la garganta.
Ella no puede controlar su ansiedad, ella no puede lidiar con los problemas, no puede arreglarlos ni vivir con ellos.
Ella come a escondidas.
Su hermana trata de que sea mejor. Trata de que sea bella. Trata de que sea sana.
Ella come a escondidas.
Ella esta noche ha entrado a la pieza que comparte con las otras dos. Ella esta vez calcula mal los pasos porque le han sido encargadas otras labores. Ella descuida la principal, y de la bata roja se le cae el pan, las dos mitades de marraquetas unidas y partidas a la vez.
Se le cae el pan, ella no se da cuenta, yo sí. Ella deja sobre la banca lo que le ha pedido la otra. Esta le da las gracias. Al volver para tomar el vaso de agua para la otra, chocan abruptamente sus pies con la marraqueta cortada. Ella se avergüeza, me mira con temor, cree que me di cuenta. Hago como si no, pongo mi mejor cara de nada. Ella me cree. Empuja con su pie derecho el pan mientras me mira fijamente con esa cara que la hubiera delatado incluso si no hubiese sido testigo de la evidencia. Ella toma el vaso y lo deja donde le pidió la otra. Recoge el pan y lo deja donde presumo deja la comida todas las noches.
A veces la descubro. A veces la reto. A veces trato de no herirla. A veces hago como que no me importa.
Ella come a escondidas.
Luego ve televisión, y comenta cuando vacia la boca. En los otros momentos toma la precaución de no hablar con la boca llena. Puede ser descubierta.
Ella come a escondidas.
A mí se me aprieta la garganta.
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