martes, 31 de diciembre de 2013

Los detalles

Mi problema es que soy detallista. Es decir; yo me quedo con los detalles. 
No me importa si el chiquillo es guapo, sexy, atractivo, o expele hormonas que quisiera combinar con las mías. A mí lo que me importa es si el muchacho sonríe cada tanto, o qué cosas lo hacen sonreír. También me importa mucho si su sonrisa es honesta, o si su risa lo es.
Me importa cómo me mira siempre. Si cambia su manera de mirarme de acuerdo al momento, al grado alcohólico en su sangre, o por el estupefaciente que se haya metido en las neuronas. 
Me interesa que sea honesto, que le guste la música que yo considero buena, o que al menos sepa demostrarme que la suya es buena también. Me gusta cuando alguna expresión artística, cualquier formato sea éste, haya cautivado su vida de alguna manera. Me gustan las pasiones.

Me gustan especialmente los actos deliberadamente honestos, que son aquellos que realizas sin pensar mucho en las consecuencias, y que generalmente satisfacen el alma de manera inexplicable. Que no mire alrededor para darte un beso, que baile en la calle si la música lo amerita, que baile aunque no sepa bailar si la música lo amerita. Que salte o grite o te abrace o te haga el amor, si el momento lo amerita. Que diga lo correcto no es tan importante como que haga o diga lo que sienta. Y si eso que siente, y que se condice con lo que hace, coincide con lo que tú sientes y haces, entonces todo es mágico. Y a eso llamo magia. La magia de la vida. La magia que me mantiene en pie, viva, respirando, con ganas de comenzar un año con el pie derecho, o el izquierdo, pero bien. Contenta. Sin esa angustia en la garganta de los años anteriores. Sin ese miedo tremendo que me provocan ciertas canciones, ciertos olores, que me hacen tener una pena de mierda que me echa a la cama en momentos en que todos celebran. Y no me dejan entender qué mierda celebran. 

Mi problema es que, como me fijo tanto en los detalles, he desarrollado una capacidad infinita para recordar detalles absurdos, momentos absurdos, palabras, que para nadie excepto para mí, son importantes. Y esas son las cosas que les cuento a mis amigos, entonces ellos me miran y dicen: ya, pero ve al grano. Sole, basta de detalles, ¿puedes ir de una vez al punto? Y lo que yo quiero expresar es la magia a través de los hechos, no los hechos, porque si de eso se tratara mejor les paso mi diario de vida, y que interpreten lo que quieran. 
La magia no es gratuita ni pasa con todas las personas. 
Las coincidencias no existen. Todo pasa por algo y para algo. El problema es que a veces no alcanzamos a comprender el para qué, o nos inventamos el que más nos conviene para mantener el status quo que tan cómodos nos tiene hace ya tanto tiempo, que preferimos acobardarnos justo cuando la vida da la oportunidad de jugársela, y con el tiempo, a veces mucho tiempo, queremos jugárnosla, cuando ya no es el momento, porque las almas no coinciden siempre que a uno se le antoje. No se trata de dejar pasar el tiempo como si fuera gratis, y luego querer hacer lo que se debe porque sí. A veces las personas no están dispuestas. 
Simplemente no quieren. Y ante eso no nos queda más que superarlo.

A veces solo hay que ponerle atención a lo que queremos para nuestra vida. Ojalá sin pensar en lo que otros quieren. Mucho menos si esos otros son o han sido importantes para nosotros. Y entonces la verdad en algún momento, cuando el alma de verdad esté dispuesta a conocerla (y a enfrentarla, porque casi siempre sabemos cuál es, solo que preferimos hacer como que no sabemos), por más brutal que pueda ser, va a salir a la luz. Y ese momento también es mágico, porque es LA OPORTUNIDAD para hacer "lo correcto", y lo correcto no es lo políticamente correcto, sino lo que probablemente te haga muy feliz. O probablemente no, pero, ¿cómo saberlo si no te arriesgas?

Me quedo con cada detalle que me has dado. Me quedo con tus miradas, tus sonrisas, tus ojos blancos al besarme, tus abrazos adoloridos, y tu aparición en mis sueños. 
No me quedo contigo, pero me quedo con el dibujo mental, que es casi más perfecto y detallado que tú.

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