El pobre se ríe. El pobre se ríe a carcajadas. Grita de risa, si es que puede.
Miran videos con contenido sexual en la micro con altavoces y se ríen como locos. Para que todos noten que ellos son capaces de recagarse de la risa, y que no les importa nada más. No les importan las miradas de rechazo o de vergüenza ajena de las personas que se incomodan con sus risas húmedas y desdentadas. Se ríen de los sonidos de placer que escuchan de la mujer del video. Se ríen porque dicen que está fingiendo. Se ríen porque consideran flaite que hayan grabado eso y que sea publicado. Pero no se avergüenzan de tener ese contenido ocupando memoria en sus celulares.
Ellos ríen y ríen y la micro a cada momento se va a acostumbrando a sus risas estrepitosas. Algunos ya en vez de poner cara de asco sonríen o ríen silenciosamente.
El pobre ríe porque se asume ignorante. No necesita ni desea demostrar nada a nadie.
El pobre se ríe si el rico lo señala con el dedo. Para demostrarle que su opinión es tan valiosa como un grano de arena en el desierto. El rico se enfucere. Y el pobre ríe. Logró su cometido.
La humildad del pobre no la tiene nadie. La única forma de que el rico llegue a tener la humildad del pobre, y reír con libertad, es haciéndose pobre. Y aprender a vivir pensando en una palabra TODA SU PUTA VIDA: superación.
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