Quizá el ocultar para el relato la cercanía que nos une me sea últil, pero quizá no, así que no lo haré.
Maritza es mi prima. Prima-hermana. Su historia de niñez es de aquellas que se clasifican como imperfectas, pero para nada como malas. Todos quienes la rodeaban se encargaban de que su realidad fuera preciosa, aunque la verdadera realidad, la que estaba oculta a sus ojos, fuera horrenda.
Su padre biológico, un muchacho de diecinueve o 18 años, pololo de mi tía por algunos años, se fue de su lado, deseando no verla más por un cahuín inventado por su madre. Él se fue sin darle su apellido a su hija, sin darle explicaciones a su polola, y sin darle espacio a la verdad.
La joven madre soltera sufrió muchísimo al comienzo, y mucho más después de tomar una decisión un tanto complicada. Uno de sus amigos, enamorado de ella o algo así, le ofreció ayudar económicamente a la guagua sin nada a cambio. Ella aceptó, pues su amistad la hizo confiar en él.
Él violó a mi tía varias veces, y la hizo parecer su pareja varios años, a cambio de silencio, de amenazas(...) La vida estaba siendo muy complicada para ella, mas no para Maritza, que le fascinaba compartir con su padre y con su madre.
Su madre se alejó de él, e intentó darle una vida digna a su hija, se esforzó como pocas madres lo hacen en situaciones de prácticamente indigencia, pero no le prohibió a su hija que viera a su "padre", pues ella lo quería.
Las complicaciones posteriores fueron mucho más leves y llevaderas sin una necesaria depresión a cuestas por parte de su madre. El amor la defraudó muy joven, y ella no ha podido reponerse ni siquiera ahora que tiene medio siglo en el planeta.
Maritza se recuerda como una muchacha vacía de amor, no sentía amor por la gente, pero sí por el dinero y las cosas materiales.
Además era bastante envidiosa, y celosa de sus padres.
Aprendió a cocinar y a limpiar muy pequeña, pues su madre antes de la adolescencia de su hija decidió no ser más madre. Solo fingirlo en sociedad. Y sigue haciendo eso.
Maritza se volvió una muchacha drogadicta, como tantas otras personas, pero ella era diferente, pues ella le robaba a su familia, sin culpa, sin miedo; ella no quería a nadie.
Estaba con 19 años en tercero de Enseñanza Media, cuando quedó embarazada.
Matías ahora tiene 7 años. En unos meses cumple los 8.
Él no vive con su madre. Vive con su familia paterna. Su abuela y bisabuela lo golpean más o menos seguido. Su padre lo consiente y lo quiere mucho.
Maritza vive acá, con su madre, mi tía, por haberle robado al papá de Matías y a otras personas. Ella cada vez que puede, roba.
El niño la echa de menos.
Ella se alcoholiza y se droga lo más que puede.
Sigue siendo envidiosa, materialista y egoísta.
Tiene 30 años. Pero vive como cualquier niño o adolescente.
Maritza es mi prima. Prima-hermana. Su historia de niñez es de aquellas que se clasifican como imperfectas, pero para nada como malas. Todos quienes la rodeaban se encargaban de que su realidad fuera preciosa, aunque la verdadera realidad, la que estaba oculta a sus ojos, fuera horrenda.
Su padre biológico, un muchacho de diecinueve o 18 años, pololo de mi tía por algunos años, se fue de su lado, deseando no verla más por un cahuín inventado por su madre. Él se fue sin darle su apellido a su hija, sin darle explicaciones a su polola, y sin darle espacio a la verdad.
La joven madre soltera sufrió muchísimo al comienzo, y mucho más después de tomar una decisión un tanto complicada. Uno de sus amigos, enamorado de ella o algo así, le ofreció ayudar económicamente a la guagua sin nada a cambio. Ella aceptó, pues su amistad la hizo confiar en él.
Él violó a mi tía varias veces, y la hizo parecer su pareja varios años, a cambio de silencio, de amenazas(...) La vida estaba siendo muy complicada para ella, mas no para Maritza, que le fascinaba compartir con su padre y con su madre.
Su madre se alejó de él, e intentó darle una vida digna a su hija, se esforzó como pocas madres lo hacen en situaciones de prácticamente indigencia, pero no le prohibió a su hija que viera a su "padre", pues ella lo quería.
Las complicaciones posteriores fueron mucho más leves y llevaderas sin una necesaria depresión a cuestas por parte de su madre. El amor la defraudó muy joven, y ella no ha podido reponerse ni siquiera ahora que tiene medio siglo en el planeta.
Maritza se recuerda como una muchacha vacía de amor, no sentía amor por la gente, pero sí por el dinero y las cosas materiales.
Además era bastante envidiosa, y celosa de sus padres.
Aprendió a cocinar y a limpiar muy pequeña, pues su madre antes de la adolescencia de su hija decidió no ser más madre. Solo fingirlo en sociedad. Y sigue haciendo eso.
Maritza se volvió una muchacha drogadicta, como tantas otras personas, pero ella era diferente, pues ella le robaba a su familia, sin culpa, sin miedo; ella no quería a nadie.
Estaba con 19 años en tercero de Enseñanza Media, cuando quedó embarazada.
Matías ahora tiene 7 años. En unos meses cumple los 8.
Él no vive con su madre. Vive con su familia paterna. Su abuela y bisabuela lo golpean más o menos seguido. Su padre lo consiente y lo quiere mucho.
Maritza vive acá, con su madre, mi tía, por haberle robado al papá de Matías y a otras personas. Ella cada vez que puede, roba.
El niño la echa de menos.
Ella se alcoholiza y se droga lo más que puede.
Sigue siendo envidiosa, materialista y egoísta.
Tiene 30 años. Pero vive como cualquier niño o adolescente.
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